Contra la alta tensión

La Providencia es un barrio periurbano que contiene ejemplos de núcleos rurales, urbanizaciones residenciales y viviendas unifamiliares en baja y media densidad. Toda esta mezcla de construcciones, muchas de ellas acometidas al galope en los últimos años, al calor del «boom» de la construcción, han dejado una aglomeración de decenas de kilómetros de líneas de alta tensión a la vista de los ojos de los vecinos, que ya han denunciado esta situación en innumerables ocasiones ante el Ayuntamiento.

Inmaculada Diego, presidenta del colectivo vecinal, se había mostrado confiada en que el fondo local anticrisis, más conocido como «plan Zapatero», además de para reparar algunos caminos del barrio serviría para acometer el soterramiento de algunas líneas. Pero, a la vista de los proyectos aprobados, no va a ser posible. «Hay mucho tendido eléctrico a la vista, incluso en obra nueva, a pesar de la proximidad a Gijón ciudad, por eso creemos que deberían hacer algo al respecto», subrayó la presidenta del colectivo vecinal.

Este parece haberse convertido en el principal caballo de batalla de La Providencia, aunque no es el único problema que arrastra el barrio. También está el Plan de Ordenación del Litoral (POLA), que, según aseguran los vecinos, se ha convertido en una seria amenaza. «Se habla de POLA y Protección de Costa, pero las limitaciones siempre son para el propietario original. A través de planes especiales y recalificaciones, el agente promotor especulativo consigue desarrollar parcelas que anteriormente eran de protección. Esperamos que lo urbanístico cambie después de esta crisis la costa este de Gijón y no sea para reserva y explotación», advirtió Inmaculada Diego.

La Providencia es y será siempre, según sus vecinos, una parroquia genuina con la entidad propia que le da su envidiable situación, sin tener que aspirar a convertirse en otra cosa o emular zonas o barrios limítrofes; una prolongación natural de Gijón por la costa que «aporta paisajes de gran belleza». Precisamente por ello, la asociación de vecinos vigila expectante todos y cada uno de los planes de desarrollo urbano que se proyectan en el entorno. Algo similar a lo que está ocurriendo en Somió, aunque la llegada de la crisis parece haber ralentizado el cerco urbanístico al que estaba siendo sometida la parroquia.

El colectivo también cree que sería conveniente darle un mayor aprovechamiento al local social, que podría pasar por convertirlo en un centro de día para los mayores.

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