NOTA PÚBLICA DE LA FAV 7 DE ABRIL DÍA MUNDIAL DE LA SALUD

Creemos que en los tiempos en los que nos ha tocado vivir, a día de hoy no existe duda alguna de que LA SALUD es el principal valor del que un ser humano puede disfrutar. Celebrar el Día Mundial de la Salud es celebrar la vida, del mismo modo es celebrar también la injusticia, la desigualdad, la inmundicia de una sociedad que, a nivel mundial, limita la salud de muchos seres humanos y el acceso al derecho a la protección sanitaria que toda persona debería tener. Como vecinos/as debemos festejar la salud y, como vecinos/as de un país desarrollado, debemos celebrar, además de la salud,  la suerte de vivir en este lado del mundo. Después de esta introducción,  nuestro papel como representantes vecinales es el de concienciar a nuestros/as vecinos/as en los valores intrínsecos e inherentes  a la salud como el hecho de educar en aquello que es saludable, en convencer a nuestros/as convecinos/as en que debemos cuidar y preservar los recursos sanitarios de los que disponemos. Los/las pacientes, usuarios/as , los vecinos y vecinas, por norma general, cumplimos con estos objetivos: valoramos y cuidamos nuestros recursos públicos.

 

LAS ADMINISTRACIONES TUTELADAS POR NUESTROS POLÍTICOS, NO.

 

No es una cuestión política. Los/as vecinos/as no hacemos política con la salud. No cuestionamos medidas de índole estrictamente técnico. Los/as vecinos/as no somos técnicos, pero sabemos apreciar los recursos a nuestro alcance y tenemos un contacto con la realidad que otros parecen haber perdido hace tiempo. La sanidad pública española fue, durante muchos años, uno de los mayores estandartes que nuestro país podía exhibir. Democracias de primer nivel se preguntaban cómo era posible que,  con una inversión de apenas un 6% del PIB en sanidad, nuestro sistema era uno de los más fiables del mundo. Nuestra Atención Primaria era la joya de la corona, y había una sanidad pública y universal de la que, con razón, nos sentíamos orgullosos/as.

 

LA SANIDAD PÚBLICA ESPAÑOLA LLEVA AÑOS DE FRANCO DETERIORO ANTES DEL COVID.  

 

Y los/as vecinos/as nos hemos cansado de advertirlo. Nuestros políticos, en ocasiones por turbios intereses, y en otros casos, por negligencia e ineptitud, desoían nuestras advertencias y seguían pintando un panorama demasiado idílico, pero todos éramos conscientes de que ya no vivíamos  en aquella potencia mundial en sanidad, sino en un sistema que, con recortes y privatizaciones, iba socavando lentamente la calidad de los servicios sanitarios, en esta sociedad española cada vez más envejecida, a la que, inexorablemente, le era más que necesaria una sanidad mimada y cuidada por los poderes públicos.

 

POR MUCHO QUE NOS INTENTARAN VENDER LO CONTRARIO, ASTURIAS NO HA SIDO UNA EXCEPCIÓN A ESTE PROCESO DE DETERIORO.

 

A  pesar de haber sido siempre una potencia sanitaria, a pesar de presumir de cuidar lo público más que en otras autonomías, los usuarios íbamos dándonos cuenta de que algo había cambiado en los últimos años y nuestro trabajo a pie de campo así lo demostraba. Las especialidades derivaban en  interminables listas de espera, los servicios de urgencia se colapsaban ante la falta de recursos en Atención Primaria, los profesionales se marchaban a otras autonomías o a países donde eran más reconocidos económicamente, y poco a poco se iba percibiendo una falta de personal que no era suplida por nuevos profesionales. Los/as vecinos/as denunciamos sin descanso este proceso, nos agrupamos en colectivos y plataformas, muchas de las cuales estaban formadas incluso por profesionales (que lo habían sido de la sanidad) y que estaban observando con más y mejor criterio incluso que los usuarios de a pie, esta inacción ante lo que estaba sucediendo.

 

Y LA PANDEMIA NO HIZO MÁS QUE SACAR A LA LUZ NUESTRAS VERGUENZAS.

 

Y desde el principio nos topamos con nuestras propias miserias: profesionales sin equipos adecuados, falta de personal, de espacios adecuados…Los profesionales de medicina interna, los neumólogos, los enfermeros y enfermeras suplían con valor la falta de medios…ese era nuestro aplauso diario de las 20:00. Lo que muchos/as quisieron vender como una falta de previsión – debido a los inesperado de un fenómeno pandémico tan singular –  era también el resultado de la falta de inversión, del fracaso de todos los factores anteriormente expuestos, y por tanto el producto del descuido al que habíamos sometido a nuestra sanidad pública. Después hubo que aprender sobre la marcha: invertir a contrarreloj en mascarillas  por aquí, EPIS por allá, respiradores y todo tipo de material que escaseaba, así como abrir cuarteles de campaña. Es decir, una lucha denodada en tres vías: proveer a nuestros profesionales del material necesario, proveernos de los profesionales necesarios (hubo que pedir ayuda a profesionales de fuera de la región así como llamar a la buena voluntad de jubilados/as) e improvisar las instalaciones imprescindibles para luchar contra semejante enemigo.

 

SIN EMBARGO GRANDE FUE EL PEAJE QUE TUVIMOS  Y TENEMOS QUE PAGAR

 

Demasiados enfermos y fallecidos, inexistencia de la atención presencial que provocó tantos desajustes, asistencia telefónica deficiente y en ocasiones desesperante, diagnósticos casi al azar, cirugías aplazadas, revisiones  de graves enfermedades eliminadas, caos  en las bajas médicas, en las recetas, y siempre con el COVID como EXCLUSIVO CULPABLE.

Todo el retroceso que ha sufrido la Atención Primaria y La Sanidad Pública de nuestro país y de nuestra autonomía en los últimos tiempos no ha sido culpa del COVID, sino que el COVID ha venido a mostrar todas y cada una de las debilidades que los/as vecinos/as veníamos observando en nuestro sistema  desde hacía ya muchos años.

 

¿Vamos a permitir que la avalancha de fallecimientos, enfermedades y precariedad económica que ha venido de la mano del COVID 19 pase sin que tomemos buena nota y aprendamos de los errores cometidos? Sería una falta de respeto a la memoria de los que han caído, de los que han luchado y luchan  cara a cara todos los días con el virus, de los que sufren las consecuencias económicas, el paro y la precariedad.

 

Nadie puede ni debe poner en cuestión que el grueso del dinero público debe invertirse en sanidad. Tenemos una buena universidad y unas buenas escuelas en Asturias donde todos los años salen magníficos profesionales de la medicina y la enfermería, tenemos trabajando con nosotros a unos profesionales que han demostrado, pese a las carencias provocadas por los recortes y las privatizaciones, plantar batalla a esta terrorífica pandemia, tenemos la experiencia adquirida para afrontar con serenidad aquello en lo que hemos demostrado no estar muy preparados -como la atención telefónica- también para darnos cuenta de lo imprescindible de la atención presencial y su necesaria vuelta a la mayor brevedad posible. Si tenemos inversión, buena educación sanitaria, buenos profesionales y la experiencia ganada, si no nos ponemos a trabajar en recuperar esa joya de la corona que teníamos por bandera que era nuestro SISTEMA SANITARIO PÚBLICO UNIVERSAL, y devolverla a los niveles de antaño, quizá lo que entendamos como vecinos/as , como pacientes y usuarios/as es que los/as que fallan aquí   son, una vez más,  nuestros/as políticos/as.

 

 

FEDERACIÓN GIJONESA DE ASOCIACIONES VECINALES

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