Crónicas electorales para damas aburridas: historia de dos ciudades

Moriyón tiene aspecto y tono de alcaldesa y es a la única a quien se la ve realmente cómoda improvisando

FUENTE: NORTES. Silvia Cosío.

Queridos lectores, hoy me ha tocado cubrir el debate de las candidaturas municipales. En el circo electoral la pista municipal es la hermana pobre de la política, a menudo oculta por el glamour de la política autonómica y, sobre todo, por el sueño húmedo de los wannabe de provincias que sueñan con triunfar en Madrid. Pero es la política municipal la que resulta más cercana a la ciudadanía y donde nos jugamos además poder vivir en lugares amables, habitables, sanos y humanos, no será glamourosa pero es imprescindible.

El debate comienza elegantemente tarde, en un Jovellanos abarrotado -tengo que acostumbrarme a que la edad media del público en los actos en estas elecciones sea tan elevada-, y más de derechas que progresistas. Fuera, otra ciudad, más joven, protesta contra la pirólisis con bastante éxito de convocatoria también. Mientras me acomodo en mi butaca me abruman los recuerdos de cuando venía al Jovellanos a ver las películas del Vengador Tóxico, quizás porque ya me he dejado contagiar por el espíritu nostálgico que lo impregna todo. Si esto fuera un concurso de popularidad -oh, wait– por los aplausos recibidos en la presentación diría que han quedado empatados el candidato del PSOE y la de Foro. Tengo que reconocer que hay una parte admirable en el temple del representante de Ciudadanos sabiendo que tiene que aguantar el tipo durante todo el debate como si realmente tuviera opciones de seguir existiendo -políticamente pues supongo que después del 28 no se va a desintegrar, eso espero, al menos-, sin embargo cuando interviene se nota que no tiene nada que aportar, el de Equo ni disimula.

Desde el primer momento queda perfectamente trazada la frontera izquierda/derecha, las candidatas del PP y Vox, que apenas son distinguibles entre sí, quizás la de Vox está más desatada y más cercana a la caricatura y la del PP va más acelerada, dejan desde el principio claro que les gusta mucho la libertad, que maten toros, los coches, creen que las bicicletas son cosas de comunistas y defienden que contaminación sí pero no así. Solo la candidata de Podemos se sale de la línea trazada del Xixonín del alma hablando de los barrios y sus problemas, pero se deja llevar y recibe más de un contragolpe bastante potente y, así, el truco de sacar la foto de Colón -stop a sacar cosas en los debates, mandamos a Albert Rivera a casa por algo- le ha salido regulinchi tirando a muy mal cuando la candidata de Vox replica mencionando a Bildu y arrancando unos aplausos que rompe el protocolo y consiguen que la misma persona que había obtenido más de una risa incómoda por sus posturas disparatadas sea ovacionada por la audiencia.

Y es que Moriyón tiene aspecto y tono de alcaldesa y es a la única a quien se la ve realmente cómoda improvisando, se nota que ha venido a pescar a su derecha y a su izquierda y lo hace muy bien además, no confronta ni con sus rivales ni con el gobierno autonómico pero sabe defenderse mientras tiende la mano, en mi opinión más a su izquierda que a su derecha, para futuros pactos.

Floro tiene voz y actitud de locutor de radio y propuestas de locutor de radio, gusta mucho al público aunque se le nota algo encorsetado y no es muy bueno improvisando. El candidato de IU tiene, en mi opinión, un papel complicado en esta comedia pues carga con el peso del recuerdo de la labor desempeñada por IU en estos últimos cuatro años. Y si este debate deja algo claro es que, en el fondo, estas elecciones y estas candidaturas son una enmienda a la totalidad a la corporación saliente y a todas sus políticas, incluidas las acertadas. Por eso es tan admirable que el candidato del PSOE sea capaz de salir en un principio airoso, pues parece que ni le mancha el pasado de lo hecho por los suyos ni se moja tampoco en muchos de los temas más polémicos, pero cuando se pone de parte de la derecha con respecto a los toros se puede palpar con los dedos la decepción entre el público. Además un formato tan largo no le favorece, pierde los nervios en más de una ocasión y se le ve visiblemente enfadado en algunas de sus réplicas, especialmente con Moriyón, perdiendo de un plumazo puntos de alcaldable.

En cuanto al público, con orgullo puedo presumir de que la mayoría de nosotros hemos aguantado con bastante elegancia un formato que, a pesar de los esfuerzos de los organizadores, se hace bola. Ha habido risitas, murmullos y bufidos porque somos humanos y nos entran calambres en las nalgas de tanto mantenernos tiesos en muestras butacas, aunque se ha roto en un par de ocasiones el protocolo de forma muy desagradable cuando el público conservador ha aplaudido a sus candidatas y el progresista a quienes defienden -IU, Podemos y Equo- que no haya más corridas de toros en Xixón. Sin embargo estos aplausos quebraron de forma abrupta el ambiente respetuoso que se respiraba hasta el momento, provocando además pequeños éxodos entre los asistentes. Eso sí, una señora del público, al enterarse de que no estaba permitido preguntar a los candidatos, se ha marchado airadamente mientras nos mandaba a todos a la mierda. Supongo que, más que una pregunta, tenía una reflexión. En cuanto a mí, salgo del debate cansada, hambrienta y con ganas de ver un episodio de Sobrenatural y también con la deprimente sensación de que el espíritu de Areces sigue entre nosotros definiendo, todavía, una idea de ciudad cada día más nostálgica y que, paradójicamente, es la representante de Foro quien mejor encarna este arecismo. Salgo del teatro y noto que aquí fuera está frio.

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