Pirólisis de plásticos: solución sucia por Charles Gasparovich
Una suerte poder contar con este investigador.
Dos informes publicados en octubre de 2023, por expertos y respaldados por cientos de artículos e informes técnicos y científicos, explican al público y a sus políticos por qué la pirolisis – un método de reciclar los residuos de plástico – ni es eficaz ni económicamente viable a pesar de las afirmaciones de la industria petroquímica.
Un informe del grupo Zero Waste Europe (ZWE) se enfocó en el proceso técnico de la pirólisis. El principal autor, Andrew Rollinson, es doctorado en ingeniería industrial y experto en el desarrollo de sistemas de pirolisis e incineración. El principal autor del otro informe – que procede de La Red Internacional para la Eliminación de Contaminantes (IPEN en sus siglas en inglés) – es Lee Bell, ex vicepresidente de Asuntos Gubernamentales de la Sociedad de la Industria del Plástico en EEUU, con décadas de experiencia en el campo. Este trabajo examina detenidamente los fallos medioambientales y económicos de cada una de las plantas de pirólisis comerciales en EEUU hasta septiembre de 2023.
Según los promotores de la pirólisis, el aceite que resulta de la descomposición de los plásticos durante el proceso puede utilizarse como materia prima para formar nuevos plásticos o como combustible. Pero ambos informes explican que este aceite no es igual al aceite derivado directamente de petróleo para hacer plástico. Eso es porque el aceite formado de los residuos plásticos incluye los metales pesados y los compuestos que fueron añadidos al plástico para cambiar sus propiedades físicas. Además, hay muchos compuestos nuevos formados durante el proceso – como el benceno, hidrocarburos aromáticos policíclicos y otras sustancias orgánicas – varios de los cuales son tóxicos e incluso cancerígenos. Todos estos hacen que el aceite de la pirólisis sea inapropiado como materia prima para la producción de plásticos de nuevo sin más tratamientos para reducir los contaminantes. Y esto requeriría un aporte sustancial de energía, que haría el producto mucho más caro.
Sería más económicamente viable diluir el aceite de la pirólisis con aceite de petróleo hasta que la concentración de contaminantes sea suficientemente baja para cumplir las normativas de la Unión Europea sobre sustancias toxicas en productos plásticos. Pero para ello habría que diluir el aceite hasta cuarenta veces o más con derivados que proceden directamente del petróleo. Es decir, cada producto nuevo de plástico formado con plástico reciclado se compondría solo de 2% o menos de plástico reciclado y el resto de plástico virgen. Así que la pirólisis de plásticos ni es una solución eficaz para reciclar ni será parte de una “economía circular” realmente.
La pirólisis de plásticos también produce un gas, alquitranes y un residuo sólido (coque), todos con sustancias tóxicas. El proceso necesita mucho calor y es habitual que el gas de la pirólisis se queme para ayudar a suministrarlo, lo cual refuta la afirmación de que la pirólisis no es incineración. También el residuo sólido se puede quemar como coque en otros procesos industriales. Sin embargo, el sólido tiene una concentración muy alta de metales pesados tóxicos, como el plomo y el mercurio, y por eso será una fuente de emisiones tóxicas importantes en esos procesos.
El otro uso propuesto para el aceite es como carburante. Pero no es igual al diésel derivado directamente de petróleo. Otra vez, la baja calidad del aceite prohíbe que se pueda poner en un depósito de un coche o un camión en la UE sin una reducción previa y sustancial de contaminantes.
Otra afirmación completamente falsa del grupo promotor de una planta de pirólisis en Gijón, PRECO, es denominar el carburante que proponen producir “biodiésel” o “biocombustible”, a pesar de que procede cien por cien de un producto de petróleo (el plástico).
No hay nada “bio” en los productos derivados del petróleo. Ni cuando se queman forman parte de una economía circular. Los plásticos proceden de la misma fuente del diésel o la gasolina normal, y nunca se nos ocurriría llamarlos biocombustibles. Pero muy lamentablemente, esta engañosa terminología ha estado repetida por varios miembros del gobierno en Gijón y la prensa sin cuestionarla.
El informe de IPEN está dirigido no solo a la viabilidad técnica de la pirólisis de plásticos sino también su viabilidad económica en el mundo real. Examina la historia de las 11 plantas comerciales ya construidas en EEUU, ninguna de las cuales ha tenido éxito económico. Las razones son varias, desde fallos en la gestión de residuos tóxicos hasta los costes de productos que no son competitivos en el mercado.
Las falsas promesas sobre economías circulares y productos “bio” mágicamente procediendo de petróleo y sin emisiones toxicas sin duda continuarán apareciendo en las noticias. Así que vale la pena evaluar los datos bien y cuestionar lo que las empresas petroquímicas nos venden.